derribarlos, a menos que los depredadores
hábilmente los acechen y ataquen cuando
se están alimentando; éste es el “Talón de
Aquiles” de los colibríes.
Son tan notables sus cualidades bélicas,
que desde tiempos prehispánicos la cultura
azteca reconoció su valentía y fuerza,
nombrando en su honor a Huitzilopochtli
su dios de la guerra y principal deidad. Al
día de hoy, más de 700 años después de
la fundación de Tenochtitlan guiada por
Huitzilopochtli, seguimos maravillándo-
nos de estas pequeñas jo yas aladas y de
su poderío al defender sus recursos. Los
alimento (a pesar de su tamaño). Los co-
libríes como diminutas máquinas aéreas
de guerra suelen ser abatidos por depre-
dadores, como gatos domésticos, aves ra-
paces, serpientes, e incluso por artrópodos
como arañas tejedoras y mantis.
Los cazadores no tienen nada fácil la
tarea de atrapar un colibrí y disfrutar de
un pequeño aperitivo emplumado. Todas
las cualidades mencionadas les permi ten
disminuir la posibilidad de ser apresados,
pues se desplazan con movimientos tan
ver tiginosos y de tal precisión, que du-
rante el vuelo es prácticamente imposible
En ciertas ocasiones los colibríes pierden la batalla ante sus depredadores; una mantis ha capturado un colibrí
después de acecharlo sigilosamente
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